El uso de drones permite realizar inspecciones mucho más rápidas en comparación con los métodos tradicionales, como helicópteros o equipos de escalada, lo cual se traduce en una disminución considerable de los costos operativos. Además, los drones pueden cubrir grandes distancias en poco tiempo, optimizando así las rutas de inspección y reduciendo los tiempos de inactividad.
Al emplear drones para las inspecciones, se evita que los trabajadores tengan que exponerse a alturas peligrosas o a zonas de alto riesgo eléctrico. Esto minimiza el riesgo de accidentes laborales y asegura un entorno de trabajo más seguro.
Los drones están equipados con cámaras de alta resolución y sensores especializados que capturan datos detallados de las infraestructuras inspeccionadas. Esta calidad de información permite detectar problemas menores antes de que se conviertan en fallos mayores, facilitando así las decisiones de mantenimiento preventivo.
Los drones realizan inspecciones sin necesidad de cortar el suministro eléctrico, lo cual es fundamental para no interrumpir el servicio y evitar pérdidas económicas importantes tanto para la empresa como para los consumidores.
Gracias a su capacidad para volar en diversas condiciones y acceder a zonas remotas o complicadas, los drones ofrecen una flexibilidad sin precedentes en la inspección de infraestructuras eléctricas. Esto es especialmente útil en áreas montañosas o densamente arboladas donde el acceso tradicional sería complicado y costoso.
El uso de software avanzado para analizar los datos recopilados por los drones permite crear reportes detallados y precisos. Estos informes facilitan la planificación del mantenimiento y mejoran la capacidad de respuesta ante problemas detectados, asegurando una gestión eficaz de las infraestructuras.